ENSEÑAR Y APRENDER EN LÍNEA

Carlos Soriano Cienfuegos

No cabe duda que la pandemia del COVID-19 obligó a estudiantes, docentes, directivos de los centros de enseñanza y —por supuesto— a las familias, a afrontar nuevos retos, como lo es —particularmente— organizar el aprendizaje a distancia mediante el uso de medios digitales.

La educación a distancia —no obstante— representa desde hace años una temática de punta de las políticas de los países desarrollados, los cuales no de reciente, se han dado a la tarea de repensar la instrucción y la formación en la era digital.

Uno de los aspectos más discutidos —y necesarios— es la consideración del acceso a Internet como derecho humano fundamental, por cuanto imprescindible para promover la inclusión social y reducir la desigualdad de condiciones, a fin de garantizar accesos paritarios al aprendizaje.

Otras temáticas que representan retos para esta nueva era son la instrucción en las técnicas y habilidades de la educación a distancia para las y los alumnos y docentes; evaluaciones recurrentes del uso de medios digitales, así como uso de tecnologías para la implementación de pruebas y exámenes curriculares, y —finalmente— planes a corto y mediano plazo para alcanzar un estatus homogéneo a nivel global.

Un aspecto de gran interés que surge a partir del diseño de estrategias y que la pandemia ha puesto en evidencia, es la necesidad de reformas y programas actuales, que den cuenta de la continua evolución de los sistemas y medios digitales, como fundamento de la revisión y renovación de los contenidos y métodos de la educación a distancia en los diversos ámbitos escolares.

Junto con los aspectos propiamente pedagógicos, la preocupación por un diseño que responda cabalmente a los retos de este nuevo mundo digital son la maximización de áreas curriculares como el “coding”, el pensamiento computacional y el tema de la seguridad informática, en especial respecto de la custodia de bases de datos personales —tantas veces—, confidenciales.

Pese a que todos estos temas ya eran objeto de discusión desde hace varios años, desde la pandemia se colocaron —a nivel global— como cuestionamientos impostergables, no sólo para los países, sino también para las y los protagonistas mismos, es decir, estudiantes, docentes, directivos, y las propias familias, que deben insertarse en estas nuevas dinámicas pedagógicas no en planteles educativos —como era habitual— sino en espacios virtuales propicios para el proceso enseñanza-aprendizaje.